El distanciamiento social y sus consecuencias

La situación de pandemia a la que nos hemos enfrentado, desde que el covid-19 irrumpió en nuestras vidas, ha sido un antes y un después para todos. El distanciamiento físico o social, forma ya parte importante de nuestra vida, y aunque es clave para no contagiarse del virus, no por ello conlleva secuelas a nivel psicológico que hace que cambiemos nuestro patrón de comportamiento. El hecho de habernos tenido que confinar en nuestras casas y reducir nuestros contactos ha generado que muchas personas sientan miedo o vulnerabilidad. Ante la nueva normalidad puede variar según el individuo, ya que la percepción de riesgo y a la circunstancia en las que haya vivido en esta pandemia influye en el sufrimiento de cada persona, así como el hecho de haber perdido algún familiar o pertenecer a algún grupo de riesgo, hace que modifiquemos nuestra conducta cuando nos tropezamos con alguien. 

Según nos ha explicado un psicólogo, el que muchas personas no respeten ninguna restricción a pesar de saber que son útiles se debe a una negación, que se comporta así muchas veces como mecanismo de defensa ante la incertidumbre de la situación. Pero esta pandemia sí que es cierto que, en muchas personas, ha generado todo lo contrario, ha generado miedo al contagio, o un miedo más irracional. El miedo es una emoción que nos sirva para sobrevivir; gracias a él sabemos que existe el peligro y tomamos medidas para podernos poner a salvo. Es por eso que cierto miedo es necesario. La otra cara de esta moneda es que se pueda convertir en un miedo que impida realizar una vida normal, en este caso muchas personas han desarrollado un miedo a la relación con otras personas, porque lo contrario les hace pensar que se van a contagiar y sufren mayor ansiedad y estrés. 

Los humanos necesitamos tener relaciones sociales, es más ya lo hacían nuestros antepasados para poder sobrevivir. Pero cuando el miedo ha hecho que las personas se relacionen menos, debemos de saber qué pasa factura. Ya se ha observado a personas con depresión, ansiedad que viene derivada por la inestabilidad o el miedo al contagio, sentimientos de ira o rabia ante el incumplimiento por parte de otros de determinadas normas en relación a la pandemia. También se ha observado que las personas que están sufriendo más las secuelas del confinamiento y del distanciamiento se sienten más incomprendidos o incluso estigmatizados si han padecido la enfermedad.  

Siempre debemos de tener claro que cuando nos recomiendan el distanciamiento social es por nuestro bien, pero teniendo claro que debemos también que relacionarnos con personas, teniendo ciertas precauciones pero que nos permita no estar solos, para que todas las secuelas de las que hemos hablado nos sacudan y nos incapacite aún más que el virus. 

Si bien es cierto, que al igual que en otros campos, cuando nos sentimos perdidos, tristes, incomprendidos o con ansiedad, debemos de acudir a un psicólogo que nos ayude a gestionar cualquier tipo de sensaciones, y que al poder ser, podamos llevar la vida más normal posible, sin incumplir normas, pero sin tener la sensación de que solo estamos a salvo estando en soledad.

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